La decisión igualmente no fue fácil y ella lo califica como un “salto de fe”. Es que Carolina tuvo que dejar familia y amigos en La Plata para instalarse en una pequeña localidad de poco más de 6 mil habitantes en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, donde además no conocía a nadie. “Fue un cambio grande porque pasé de una ciudad a un pueblo. No era la opción más fácil o lo más común, pero todo tiene sus ventajas. Lo que más me gustó es que era algo distinto y que implicaba un verdadero desafío. Y por suerte todo salió bien”, agrega.
Al principio ocupaba un puesto similar al actual, pero con menos responsabilidades. Su entusiasmo y ganas de aprender cada vez más la fueron impulsando a tomar mayor confianza y a crecer en tareas dentro de la planta. Actualmente es supervisora de todas las acciones y lineamientos para obtener el producto final de las tres líneas de ensamble que hay en la fábrica: trailers, desparramadores y los cabezales girasoleros, un producto puramente argentino que se exporta y equipa a las cosechadoras CLAAS en todo el mundo.
El crecimiento de Carolina se dio a la par de la evolución de la planta de Ameghino, que en los últimos años sufrió un desarrollo exponencial: “La fábrica se amplió y el equipo también. Tenemos prácticamente un 50% más de personal que cuando yo empecé a trabajar”. Como ejemplo de ese progreso señala la producción de las famosas plataformas girasoleras: “Hasta el 2015 en diez años se habían producido 1000 equipos. Pero en estos últimos tres años estamos llegando a las 2000 unidades. Para nosotros representa un número muy importante porque significa que estamos haciendo las cosas bien”.
Carolina se muestra incansable. “Soy medio fanática y me encanta quedarme en la planta. Siempre mi cabeza está pensando qué cosas se pueden mejorar para hacer más eficiente el funcionamiento. Mi idea es seguir avanzando en ese camino y también seguir aprendiendo”, cuenta la joven ingeniera, para quien su experiencia en CLAAS ha sido sumamente enriquecedora.
En ese sentido, resalta la oportunidad que ofrece la empresa alemana de capacitarse en el exterior con pasantías o viajes y estadías a otras plantas que la compañía tiene repartidas por todo el mundo. “Son posibilidades muy fructíferas, porque se puede observar cómo trabajan en otros países y aprender de eso”, sentencia.
Carolina también subraya un aspecto fundamental que se da en Ameghino para que se genere ese gran clima de trabajo y aprendizaje: de los 98 trabajadores que componen la planta, 72 están abocados a fábrica y el 85% tiene menos de 30 años. “Estamos todos en la misma sintonía. Y además es muy común que la gente joven tenga ganas de formarse, cambiar y mejorar las cosas todo el tiempo. Al ser una fábrica no tan grande y con buena interrelación entre las distintas áreas, tenés la posibilidad de ver cómo trabaja cada uno de los sectores, aprender cómo es el proceso de cada uno, y también proponer qué se puede perfeccionar”, explica.
Pero entre la juventud, lo que más se destaca es ese grupo de jóvenes ingenieras y profesionales que ocupan cada vez más cargos medios dentro de la empresa. “Hay un montón de chicas trabajando en la fábrica. Por suerte siempre nos dieron un gran espacio. Yo estoy en la parte de producción, pero por ejemplo tengo compañeras que también son responsables de la línea de ensamble o del área de costos”, detalla.
La joven ingeniera resalta que desde el primer momento que empezó a trabajar en CLAAS siempre le brindaron la mayor confianza. “Nunca pensé mi trabajo desde el punto de vista de mi género, y tampoco me lo hicieron sentir jamás. Es cierto que fuera del ámbito laboral, mucha gente todavía se sorprende del tipo de cargo y trabajo que tengo. Pero a mí me encanta lo que hago”, resume feliz Carolina, la ingeniera que tiene a su cargo la producción de la planta de CLAAS en Ameghino.